lunes, 25 de marzo de 2013

Jose Luis Del Castillo Mompart



NO ES POR ESO…




Esa mujer me desnuda de anhelos, me desangra de besos cada noche. 

Con el sencillo y limpio gesto de su sonrisa comienza el ritual de magia y amor que me reserva. Lo sé porque me lo enseñó en la escuela de su cuerpo, a la que yo me presento todos los días, como alumno aplicado en su piel. Enseguida, llena de susurros la pizarra, con un rumor como de olas, pero de besos. Y es curioso, porque besándome en los labios, me escribe amor hasta los pies.
Yo –entretanto- la paseo, como en una tarde de lluvia otoñal, dejando gotas de caricias y saliva enamorada por los bulevares de su talle. 
Ahora en el signo de paréntesis que forman las comisuras de su boca, ahora cierro un broche de amores tras su cuello, ahora sus hombros altivos, ahora su espalda… Ahora su sombra.
Toda ella es arte, pero un arte callejero, como el de los pintores de las orillas del Sena. 
Toda ella es río, pero un río callejeante, que se hace arte pintado entre las calles de París.
En este pasear de agua y acuarela, elijo sus pezones. Tan altaneros, tan sonrosados… Ellos me miran curiosos, como niños ávidos de saber. Yo les respondo con mi boca, muda de palabras pero pródiga en ropajes para vestirlos de húmeda paciencia. 
Y no me creerán lo que les digo, pero sus salientes siempre me sonríen y se estremecen a partes iguales. 
Ese instante, cuando sus caderas se convierten en vaivenes de montaña rusa y su sexo se eleva hasta los confines de mi ser, es el primer día de la Creación. Se hace la luz y me modela… Me hago barro y me ilumina.
Soy vasija, ella alfarera.
Esa mujer que me desnude de anhelos y me desangre de besos, está por venir y la presiento, está por quedarse y la deseo. 
Después, cada mañana, me hará una transfusión de amor para sanarme y me respirará boca a boca, para vivirla.
No es por eso que la amo y la venero, pero también.

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