viernes, 2 de mayo de 2014

Fausto Aybar


SOBRE LA CONSTELACIÓN, UNA HUELLA
A la memoria del escritor Colombiano
Gabriel García Marquez

Vuelvo a Macondo,
tras la soledad de cien años,
vuelvo,  tras la crónica 
de la anunciada muerte,
entre los espejos salados
de los náufragos por venir,
entre las sirenas huérfanas y hambrientas
de esta utopía de hombres de hojarascas. 

Vuelvo a  Macondo,
tras el rastro de la guayaba, y su olor,
vuelvo, a través de los laberintos
de perro de ojos azul, entre los ladridos 
de las tristes putas, de un coronel que
nadie escribió; vuelvo tras el otoño
de la cólera y el tiempo,
 rebuscando en la longevidad del amor,
del reloj biológico,
vestigio que anuncia mi adiós.

Vuelvo más que a Macondo,
a mis sueños sin fronteras,
a la dilatación de los horizontes
que abofetean a las mariposas,
vuelvo vestido de fauna, de flora,
vestido ya no de carne, de luz cósmica,
réquiem de ángeles, en hojas sueltas,
unigénita luz,  en la constelación del cisne,
mágicos enjambres, embrión en huellas. 

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