martes, 10 de marzo de 2015

Él


Él salio esa lluviosa noche del bar, fumando y medio borracho. Había decidió que esa había sido la gota que derramo el vaso. Paro el primer taxi que se encontró en la esquina. 
Hasta Avenida San Martín y Saenz Peña le indico al chofer. Al llegar a su departamento logro a duras penas insertar la llave e ingresar. Se tiro sobre la cama y dio mil vueltas pensando en aquel saxo que sonaba mientras ella le decía que no iba mas. Que se iba a ir con el otro. Porque el otro tenia mas dinero y mas poder, mas poder, hacia hincapié en esto, ya que el poder era importante. En cambio él, era un pobre ciudadano promedio que no podía llegar a fin de mes con su sueldo de docente. Que injusticia pensó, mientras encendía el trigésimo cigarrillo (aproximadamente) de la noche.
Era hora de cumplir con lo que había deseado durante tanto tiempo: Irse de aquel infierno urbano y no regresar.
Ya todo estaba perdido en esa ciudad. Ella se había ido y no había mas esperanzas. Sus amigos, seguro que los iria a perder. 
Agarro sus cigarrillos, un poco de dinero y se fue. 
Comenzó a caminar por San Martín durante varias horas hasta que llego a la terminal de micros. Una vez allí, Él saco un pasaje, a cualquier parte, no importa a donde sinceramente. Una vez que el micro salio de la terminal, comenzó a ver paisajes desolados de la ciudad, paisajes que habían sido cubiertos como uno pone la suciedad debajo de la alfombra. "Y pensar que ella se había ido con el mas poderoso" pensó. Eso le daba mas bronca a él. Todo este paisaje era culpa de ella.
Al anochecer el micro llego a una terminal en una zona rural. Allí, creo él que era el mejor lugar para bajar y mantenerse oculto. 
Ni bien bajo tanteo sus bolsillos en busca de un cigarrillo. Mientras lo encendía pensaba en el habano que llevaba siempre su eterno comandante. Una vez mas se le vino a la cabeza el saxo de aquella noche. Ese saxo que sonaba a liberación.
Camino un par de cuadras por el pueblo. Parecía desolado, tal vez por la hora los habitantes se encontraban en sus casas. De repente, él vio una luz que salia de una esquina, era un bar. Al entrar, se encontró con un solo individuo que estaba echado sobre la barra. 
Él pidió un vaso de caña. Cuando lo comenzó a beber, el borracho de la barra le pregunto que hacia un individuo tan bien vestido por ese pueblo misero. El borracho a la vez agrego que en el pueblo ya no quedaba mas nada para robar. Ya todo había sido saqueado por aquella maldita empresa que había contaminado a todos con su veneno y sus promesas de trabajo. 
En ese momento él se dio cuenta que ella también tenia la culpa de estas cosas que habían sucedido en el pueblo donde se encontraba. Al fin y al cabo ella se había ido con el mas poderoso. Ah, ese saxo de liberación. 
Una vez que termino con su caña, él pago, y se retiro. Una vez fuera del bar, se encontró con que había comenzado a llover. Encendió otro cigarrillo y se dispuso a caminar un par de cuadras mas. Cuando comenzó a caminar, el borracho del bar, salio a su encuentro y le pregunto a él que estaba buscando, porque si no era un empresario ¿quien era?
Él le respondió que tan solo era una persona que buscaba escapar de una ciudad donde ya no existía la justicia, porque esta se había ido con las clases mas poderosas.

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