domingo, 29 de marzo de 2015

SONETO DE LA HUIDA

Esa acerba sensación que se siente
al comprender que uno no es uno, sino
dos encerrados en el mismo barro fragmentado,
dos enemigos que yacen bajo un solo reflejo.
Y la vida se convierte en una huida,
en una dolorosa huida de uno mismo,
en un desprecio a lo que uno es, sin serlo.
Porque el hombre es triste nada que mira al infinito.
Cómo vuela a lo lejano ese yo soñador,
cómo se funde con lo sagrado en el hombre,
cómo se embriaga con dulces infinitos
mientras se ve a sí mismo atado, fustigado,
ciego y mudo en ese piélago de sombras muertas.
Oh tristeza! Cómo se ve y finge no verse…

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