martes, 13 de agosto de 2013

Nancy Mejía


Lo conocí en una noche de silencios.
Dormía profundo en una cama de pensamientos
y se arropaba con los sueños
que tejía punto a punto en cada madrugada.
Bordaba cadenetas de sonrisas,
sesgaba ilusiones 
dobladillaba paisajes
y ante todo...
cocía pedacitos de esperanzas destrozadas.

Yo que era tan curiosa,
lo ví justito ahí, aquella noche.
La bufanda de besos que abrigaba su cuello
llamó mi atención...
nunca había visto un estilo más singular
y del brillo de sus ojos...!!Ni que hablar!!
definitivamente, era un hombre especial.

Me acerque pacito a pacito, 
no quería distraerlo de su mundo,
al que yo me disponía a entrar,
pero necesitaba su permiso,
debía tocar la puerta y esperar a ser invitada.
Tuve una idea... 
vestí mi alma del color de los sueños,
y dejé leer uno a uno mis pensamientos
que entre rosado y violeta
idealizaban mis ilusiones,
...Me vestí de él, pero fui como yo.

Toqué suave,
(a los hombres finos y sensibles como él
les gusta la ternura)
saludé con vehemencia 
y deje brillar en mis labios una sonrisa,
...ese labial rojo esperanza
hacía juego con mis anhelos
y él inmediatamente notó mi estilo,
que hacía juego con la divina luz de sus ojos.
Me admitió con su mirada,
me invitó un café endulzado con te amos
y simplemente así, sin preguntar ni pedir permiso
me dio un beso.

Yo pensé...
!!que atrevido este soñador!!
pero también lo besé 
y aprendí a ser doblemente atrevida,
pues desde entonces, 
vivo con el y solo por el. 

AHORA SOÑAMOS LOS DOS, EL CONMIGO Y YO CON EL.

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