martes, 20 de agosto de 2013

Nancy Mejía

EL MONSTRUO DE LA CIUDAD.

Era el ser más grande que habían visto, medía dos metros, !que digo!... cinco metros. Era de color entre verde, rojo y amarillo, tenia unos ojos tan brillantes que iluminaban toda la ciudad y las personas le huían.

Tal vez si hubiese alguien tan grande como él, no hubiera sentido miedo, pero todos eran muy pequeños para superar a aquel gigante. Era aterrador, caminaba lentamente y a su alrededor todo temblaba, especialmente las mismas personas despavoridas. Era un verdadero monstruo.

En la esquina había un niño que lo miraba, no huía, solo veía asombrado el color brillante de sus patas de diez kilómetros....Todos le gritaron, - !!no te acerques, te hará daño, es malo....!!

El niño sonrió, se aproximó cada vez más y más, y mientras lo hacia el monstruo se hacia mucho más grande...!! Absolutamente tenebroso!!.

De repente el niño apagó la vela que ardía junto a la mesa, entonces el monstruo desapareció y se convirtió en una minúscula sombra con la sonrisa idéntica a la del pequeño.

Así fue... solo era su sombra, la que asustaba a toda la ciudad...

El niño fue el único capaz de combatir el miedo hacia aquel gigante y no por ser él mismo, sino por estar totalmente convencido de que UNO PUEDE SER TAN GRANDE COMO SE PROYECTE, AUNQUE LOS DEMÁS EN SU EGOÍSTA VISIÓN ENVIDIOSA, LO VEAN COMO A UN MONSTRUO.

EL GIGANTE ES EL CORAZÓN. 
(No hay que juzgar por las apariencias...)

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