domingo, 24 de mayo de 2015

DESPUÉS DE UNA NOCHE DE LLUVIA

Después de una noche de lluvia 
todo es silencio, todo es calma 
apenas se escucha la música de fondo 
y el murmullo de unos vasos al chocar suavemente. 


Ha llovido 
el agua dulce de las saladas nubes se ha llevado todo 
la mugre, el olvido, la colilla del cigarro, las huellas 
los pasos indecentes, los tacones presurosos 
las sonrisas esquivas 
los escupitajos 
los náufragos 
y las semillas. 


Así quisiera que fuese siempre, 
que lloviera una noche eterna 
y después dejara un cielo sin nubes, 
un silencio ligero, sin costuras, sin espera 
sin prisas y sin espacios, 
un silencio que derramara su melodía 
sobre los frailes, los padres, 
las putas y los gatilleros 
las iglesias, los niños que lloran su soledad en la almohada 
los gatos tristes 
los libros deshojados 
las faldas rasgadas 
y los perros sin dueño. 


La lluvia se ha llevado todo 
menos el recuerdo 
la esperanza, la sonrisa 
la caricia, la palmada, la compañía 
la boca pintada de carmín 
que permanece ahí 
en esa esquina 
esperando al oficinista 
que pasa sin verla pero que le dice con su boca cerrada 
-sígueme- 
urgido de orgasmos 
urgido de oídos. 


Parece que esta noche 
El ruido se ha quedado dormido. 

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