La mente de Azul era asaltada por el juego de las palabras en sus ambigüedades y diferentes orientaciones, eran presencia buscada y rescatada o tal vez azarosas, aunque sería un facilismo adjudicárselo a esto último, eran un accidente, una desilusión, varias desilusiones o la aparición de un hecho fantástico que sería literaratura del mañana. Hechos que gravitan debajo del paraguas de un puente, de un lado y del otro, a veces del lado mas fascinante, que conecten a los primeros suburbios con el ahora, que entren y que salgan como en sueños despiertos, atravezando sombras de todas las gamas.
El juego de las palabras repiquetea, es percusión a veces lejana en la selva, continúa emitiéndose con sus vaivenes y registros, todo queda grabado en el disco y aunque se desee formatearlo resulta imposible, no es como en las máquinas, las huellas son indelebles, las jaulitas de las emociones emiten sus pequeños latiditos, son sensibles a cualquier desliz. Son como pequeños seres que conviven sus mínimas vidas, porque están diseñadas para una única emoción y están atentas a intervenir y requerir cuando se sientan involucradas. Están presentes estas viditas y se les ocurre salir una tarde a todas juntas a dar un paseo, paseo por el Arga, el río de un paseo sacado de una pintura de Renoir, salir a separarse prudencialmente una de la otra, a observarse detenidamente como nunca y esto obliga a conocerse como nunca, a desenmascararse. Una de ellas, muy en particular, toma la palabra y aprovecha cierto estado de confusión para dominar el centro de la escena e intenta hacer gala de sus habilidades, pintando un panorama crepuscular de desasosiego. Era el crepúsculo o se le parecía en demasía y tenía el camino allanado, también alimentado por las dinámicas. Las otras voces callaban o en el peor de los casos no eran escuchadas por el cuerpo que las transportaba, la señorita Azul. Hacía muy poco que la vidita que se expresaba y tenía el poder era la que daba luz y rienda suelta a las barreras inhibitorias, era como una inyección de la hormona oxitoxina que además de generar ese estado, negaba la visión de la realidad. Igualmente algunas alzaron su voz con más fuerza y la discusión se tornaba áspera, la noche estaba en ciernes, el cuerpo desgastado de Azul pedía anticuerpos, ayuda a esas palabras que siempre anduvieron dando vueltas en su universo, intentando redescubrirlas y reinterpretar su ambigüedad.
Es noche avanzada ya y Azul ahora duerme, en el teatro de sus sueños suben a la tarima del escenario todas sus viditas a interpretar el juego de sus palabras sin maquillaje y deberá descifrar qué ambigüedades se esconden detrás de cada una y continuar el gran teatro.
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