He de padecer tu olvido,
como plaga, como espinos,
día a día, noche a noche
recorriendo mi universo,
castigando mi sentidos.
He de padecerte, casi muriendo,
una letanía entre mis venas,
como cordillera de suspiros,
sucumbiendo inacabable entre mis versos.
He de mitigar la sed de acompañar tu boca
hasta mi muerte en el sabor intenso de tus labios
cuando mi anhelo se cubra de tus miedos
y se lancen tus brazos a estrujarme.
He de acoplar tu sombra en mis helechos,
para perfumar tu cuerpo en el adagio de mis versos,
lento, lento, como nardo enloquecido
en las brisas de unos cantos encumbrados.
Así fatal mi espera, así de bella tú,
quimera mía, me ahoga tu embeleso por las noches,
así, tiemblo con el alma inquieta y lisonjera,
detrás de tí ninfa de mis sueños
y aurora de mis alegrías.
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