martes, 29 de octubre de 2013

Nancy Mejía

CONTAMINACIÓN EN EL PLANETA

La tarde calienta los valles y el sofoco inclemente de los campos, lanza centauros chispeantes en el firmamento, la ciudad se quema como si el pecado ardiera y el castigo forjara actores de una Divina Comedia.

Arde la ciudad y la mirada desagradecida del hombre, demanda angustiosa el baño de rayos resplandecientes pero tibios, que algún día fueron añorados, pero quedaron perdidos en un pasado de mejor aire, en el que se podía respirar.

El hombre reniega y formula culpas celestiales al cielo, como si fuera el mismo Dios quien contaminara los campos y envenenara los ríos, danzando bailes de protesta y ruido en los que lava su alma, pero no limpia su verdadero pecado.

El habitad desangrado por el sueño irónico del hombre, que forra el planeta con lata y basura... ya no existe, ni siquiera sobrevive, solamente yace tendido en el suelo caliente, que ya no atribuye hijos verdes de frutos jugosos, sino piedras secas de sueños muertos.

Algún día nuestro planeta fue lar para vivir, hoy es un desierto que el hombre convirtió en lecho para morir.



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