En este noveno programa de Letras Libres vas a poder escuchar poemas de Enrique Santos Discepolo, Pablo Neruda, Maria del carmen Pedrozo, Veronica Cuevas, entre muchos otros. Un analisis sobre la edicion numero 39 de la feria del libro internacional de Buenos Aires y entrevistas a los expositores. Todo junto a nuestros invitados de Habemus Cultum.
Es un golpe duro, el paso del pleno verano con su sol radiante, al frío incipiente nacido del otoño. Sentir alejarse al sol y éste arrastrar todas las hojas con él. El viento comienza a soplar también con fuerza y pareciera que, así como en la naturaleza que muere y cae puede verse belleza, también podemos dejar caer nuestras muertes a ser llevadas por el aire... Descubriendo que debajo de todo lo que parece estático y sin color, están ocultándose los inicios de la vida.
Nos llamaron a beber afuera, en la casa no querían que circulara el alcohol por ningún motivo. Sobre las doce de la noche, nos juntamos en la vereda para alejarnos de la música de viejos que en ese momento sonaba como un bombo roto. Adentro, las luces del jardín cimbraban con un viento surrealista, parecía una película de los sesenta. Aún mis recuerdos son borrosos, debe ser por lo que nos pasó. De nuevo, las luces amarillas se movían entre los árboles y la gente, que estaba a medio iluminar también. Yo los observaba y reía, sé que hice alguna broma al respecto. Tal vez dije-parecen muertos-vivos, o algo similar, porque bailaban estirando los brazos y las piernas sin compás. Tenía a Roxana rodeada con un brazo, apoyada sobre mí, y un vaso vacío en la otra mano. Era un tzipouro griego, un brandy sin etiqueta traído de contrabando. Fue pasando de uno a uno hasta que llegó mi turno, y me serví. Nunca me gustaron los envases opacos. A decir verdad no tenía mucha experiencia con el alcohol, pero podía aparentar como todos, y convencido por la mirada de Roxana me decidí. Entrecerré los ojos, y di un pequeño sorbo desconfiando del líquido. Era dulce y picante a la vez, recorrió cada intersticio de mi boca, pasó pronto por mi garganta hasta mi estómago dejando un ardor insoportable. El trago como una serpiente a la espera de ser liberada, me provocó una llaga en la lengua. Solté el vaso, y el líquido salpicó de mil lunares huecos su blusa recién estrenada. Dios, como contarlo sin que suene a desquicio, trato, de veras trato. Ella todavía sostenía una de mis manos cuando la sentí terriblemente fría. Y como en una misteriosa secuencia fue perdiendo el brillo de su piel, comenzó a tener arrugas y sus uñas pasaron de rosadas a sepia creciendo a una velocidad fatal. La solté espantado tomando una leve distancia, impresionado comprobé que había envejecido sesenta o setenta años. Me tapé los ojos para no llorar, aunque Roxana parecía no haberse dado cuenta de nada, y adentrándose en la fiesta mascullando insultos, me dejó. Los otros, que estaban conmigo bebiendo, siguieron la ronda; se divertían a su manera, aunque evitaban levantar la vista y enfrentarme. Ya no se reían, extrañamente las mandíbulas se les desencajaron hasta que los dientes saltaron por el aire como canicas. Con las bocas negras, ya sin paladar para tragar el vino quisieron decir algo, pero las palabras sonaron a un zumbido. Ninguno pudo volver a emitir su nombre. Yo estaba paralizado, tampoco podía hablar, ni llamarlos, era tal el miedo que sentía que todavía hoy no recuerdo una situación igual. Giré la cabeza hacia la casa, el tocadiscos estaba con la misma música, repetía la canción estancado en una sola frase: Abracadabra, hasta que luego fue sólo un chillido. La púa trabada se había convertido en un cuchillo que me picaneabalos oídos. Alcancé a vislumbrar el resplandor de las bombillas agitándose, y un montón de sombras sostenidas contra la pared trasera, parecían personas. Pero Roxana, ella con su blusa manchada, no volvía. De pronto un estallido rompió mis huesos tarsos, la botella vacía resbaló y dio imperiosa contra las baldosas, anunciaba justo las doce. Nadie quiso comentar los hechos, juramos no volver a beber, y a Roxana, todavía la estoy buscando. Si la ven, (si la pueden ver), tapen los espejos.
Publicado en mi blog *El reino de Seda* http://elreinodeseda.blogspot.com/2012/04/sono-elemental-mi-sufrimiento-cuando.html Publicado por cortesía de Pedro Valci en Letras Macondo http://letrasmacondo.blogspot.com.es/2012/04/termino-el-dolor.html Y PíaPemán http://mapiemsa.wordpress.com/2012/04/25/termino-el-dolor/
El vecino que vive del otro lado de la calle se pasa los días espiando la vida de los demás a través de la ventana. Creo que se trata de un hombre viejo y enfermo, o de una alimaña perversa que horada la intimidad de sus víctimas, no me imagino otro motivo para que esté todo el tiempo así: acechando a la gente tras las cortinas. Minutos, horas, días en los que su pulso late al ritmo de la persona elegida. De vez en cuando, se ausenta un momento para prepararse un café, pero enseguida vuelve a su puesto de observación en el quicio del ojo de su casa, desde allí lo analiza todo con la dedicación de un entomólogo decimonónico. Sin embargo ya me di cuenta de que los hechos no le son indiferentes, a veces bosqueja una media sonrisa cuando algún niño hace una travesura o baja la cabeza cuando ve pasar a una joven bonita. Pero muy pronto se reconcentra y vuelve a su vigilia. Me llama la atención que todas las tardes reciba una llamada, si bien yo sólo pueda intuir la campanilla de ese teléfono que suena una, dos, tres veces, no más, entonces atiende -con la mirada siempre sujeta al vidrio- y se queda un largo rato escuchando al que está en el otro extremo de la línea, aunque nunca habla. Posiblemente sea un familiar que intenta consolarlo o una mujer que le dice que todavía lo ama. Sí, me haría mucha ilusión saber que una mujer lo ama, pues me resultaría menos devastador ver cómo transcurren los días, él allí, acechando desde su ventana; y yo aquí, escribiendo lo que hago, desde la mía.
Ya se encuentra subido el octavo programa de Letras Libres, para que escuches y re escuches. En esta emisión vas a poder escuchar poemas de Leopoldo Marechal, Maria Marta Stanganello, Maria del carmen pedrozo. Una reseña sobre la vida y obra de Oliverio Girondo. Tambien nos visito Sandra Invernizzi y trajo unos textos para leer. Todo junto a nuestro invitado: Marcos Robledo Octavo programa de Letras Libres