viernes, 5 de abril de 2013

Ana Marcela



  Estoy enferma, estoy enferma de vos, está enferma mi memoria, porque nunca había sido tan buena como cuando te recuerdo; por Dios, no puedo recordar el contenido de la vaina carotidea, ni los componentes del polígono de Willis, pero por alguna razón que no pienso comprender tus recuerdos se presentan como trazos remotos, que juegan en un vaivén y los tomo, y se convierten en piezas de rompecabezas y el conjunto resultan tus frases, tus miradas, tus silencios. Recuerdo que te leí Arcoíris de Benedetti por teléfono, y que el último día que hablamos fue un 12 de Junio a la una de la mañana.
Y he descubierto algo irreal tal vez; que en todas las que soy, la que más disfruto ser es la que soy contigo.
  Porque somos tantos a la vez, como ese ser holográfico que se disipa desde lo más lejano pero que es el mismo el último que el primero. 
  Espero solo estar enferma, que retorne la sensatez, ingenua porque sé que eso no será así. Que no soy como era antes, y que cada día deja marcas.
  Podría decir tantas cosas; que te he extrañado todos los días, que no te has ido de mí, que me acompañan tus recuerdos, que tu ausencia cala mi ser, que te sigo amando, que te necesito conmigo, que me haces falta.     Que te necesito para no estar ausente de mí, pero sabes que no es así, que todos esos sentimientos son base de una memoria colectiva alienada, que el amor lo experimentan solo las almas puras, amor invento de los dioses que depositaron en el subconsciente.
  El que conocemos es un invento una fábrica de sueños rotos.
  Necesito urgente huir de mí, solamente disiparme, huir de ti para huir de mí.

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