domingo, 21 de abril de 2013

Xenia Mora Rucabado



BEBÍ DE TUS OJOS. 

Bebí de tus ojos,

tu bebiste de los míos,

y, en un haz de luz,

nacimos primavera.



Bebí de tus ojos

claves de sol

que entonaban himnos de ternura

nuestros pentagramas en uno.


Bebí de tus ojos

el verde de los campos,

con el fulgor de tu luz

me alimenté de tu horizonte.


Bebí de tus ojos

el gozo por la vida,

me así de tu mano

y me sentí embelesada.


Bebí de tus ojos

un cielo de paz,

que alivió el camino

de mi boleto de partida.


Bebí de tus ojos

tus pensamientos más dulces,

que besaban los míos

como yo besaba los tuyos.


Mientras bebía de tus ojos

y mis labios reían con tus labios

aromas a hierba húmeda,

mi alma, muy calladamente,

iba dejando lágrimas diversas,

lágrimas de nuevas alegrías,

lágrimas de tristeza al marcharme.



Te las dejo, mi amor,

para que riegues nuestro jardín

hasta el día de nuestro encuentro.



Aunque tú sabes,

que bebiste de mis ojos

hasta el último pliegue de mi vida.


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