Introducción:
El Poema aquí mostrado responde a la primera de las tres visiones obtenidas por Xul Solar que transcribió en el lenguaje neo-criollo (lenguaje inventado por él) luego traducido al español.
Poema
Es un Hades fluido, casi vapor, sin cielo, sin suelo, rufo, color en ojos cérrados so el s agítado en endotempestá, vórtices, ondas y hervor. En sus grumos i espumas dismultitú omes flotan pasivue, disdestellan, hai también solos, mayores, péjoides, i perluzen suavue
Se transpenvén fantasmue las casas i gente i suelo de una ciudá sólida terri, sin ning rapor con este Hades, qes aora lo real.
Toda esta región rufa densa se montona redor gran hueco ho valle sin fondo, de aire a; gris, do floto en vientos oscuros, con polvareda gente, i otros omes solos ávoides i glóboid Aqise flota más upa. I siga fantasmue la ciudá sólida yu i su pópulo.
Paso luego a mejor vida, gris plata. Yi qierflotan flojue muchos crupos, procesionar pensan reúnidos. Yi bogan nubes con qioscos grises --de nácar, metal, fieltro-- con pén res circunsiéntados.
Lentue me hallo en cielo leve ciéleste. Su ánimo es de tarde verani, niebli.
Plantas de a un zigzag se biomuevan i canturrian. Xu color qiervaría de granate a rós~ Están sobrs loma floti del mismo aire mas denso, soesfúminse. Yi yuxtavuelan pájaros co huevos pintos, no con alas, sino con muchas cintas.
Otrur hai muchas columnas color, sin suelo, qe sostienen nube techo: es templo floti qe oran muchos. Cuando se teocoexaltan se hinchan, xus auras irradian vita, talue qe alz la nube techo i circunseparan las columnas, i todo se ferviagranda i sanluze.
Otrur hai obelisco ancho ho torre, bambolea por su base flotifloja. Su primer piso, libros piedra, encima libros barro, encima libros leña, encima libros rollo, la cima libr Casi como torre naipes, erizada de cintas papel i banderolas, perivuélada de letrienjamb moscue, yuxtarodeada de qizás mangente vaga estudi. En el poco suelo floti sueñan much yi mérgidos.
Floto voi allén lejos. Hónduer en niebla plurcambicolor veo ciudá. Sas biopalacia biochozas, de armazón i pienso. Se pertransforman, se agrandan o achican; ya son de pos i cimbras i cúpulas, ya de muros lisos en parches fosfi, ya pululan en biocúmulos, ya temt qean de andamios seudocristal. Se desplazan, suben, se hunden, se interpenetran, se sepa i reidem.
Casas hai qe arden, flamean upa, pero no se destruyen, se ñe construyen más. Xu fuego es vita, i a mayor incendio, más palacio senancha i crece. Casas hal qe contagian incendian a las vecinas qe ídem ídem, i así sextiendan los barrios. Xu yi gente también, coflamea i se coabulta: debe ser ella la causa fuegui, por pensiardor.
Casas hai qe fervihiervan hasta qe revientan como bomba ho geiser o humo; pero no se ñe destruyen, se circunreconstruyen; xas trozos fervicrecen en sucursales lejos qe alfin se crecijuntan, dismontón torre mahimás, sobre circumbaldio menoimenos.
Casas hai qe suicrecen en todo séntido, sesgue, horizue, yuso, upa, gordue; i zumban, chirrian, crujen, disparlan.
Casas hai que se atrofian i encojen hasta no verse más, cuando xa gente muertinace a mejor vida en mejor cielo.
Casas hai de ilusión sobre cerros humo: se cambipierden.
Entonces abarco el suelo desa ciudad, el qes una sunnube, qes varios titanes vagos flotiacuéstados.
Grandes mangas o tubos ñe circunsalgan a lo vacuo: serian cloacas o chúpores, no sé.
I so esa ciudá hai otra ciudá'l revés, hosca, oscura i lenta qe vive i crece yuso, i sa gente también. El nadir es hondo, hosco, oscuro, brúmoso: qizás el manmundo, algún gran yermo.
Reveo la otra ciudá upa. Columnatas como cienpiés viaján a distrancos. Son discípulos tiesos, llevan maestros cúpulas, de rópaje ancho techue. A tumbos sobre chusma cieli suifeliz, qierrevuelta en bruma i cuágulos i bocetos de pienso: gelatina menti. Van a lejos, a lo vacuo.
Veo hai algunas mui moles pagodas de solos libros, qe se incuerpan a xus tantos léctores --qe no leen, masbién vitichupan ciencia i sofia.
Sexpandan, ondulan vocerios de todas las linguas i de muchas otras pósibles. I xas enjambres letras, i marañas glifos, i disfonéticas i copluracentos, como muchos qierhumos, se apartan o juntan, se contramueven o aqietan, en orden o no, forman, reforman séntido i argu siempre neo.
Estrellas, sólcitos, lunas, lúnulas, luciérnagas, linternas, luces, lustres; doqier se vidienredan a la ciudá se constelan i disconstelan, se qeman, se apagan, cholucen, llueven, vuelan.
Es un perflujo i reflujo de brisa i flúido i ráfaga i sones i humos olor; la luz percambia, en lampos color, calor, claroscuros, en ánimo.
Yo ya veicánsado me aturdo i olvido, disveo.
Todo palidece, i se borra. Ya parece qentro a mayor cielo qes otra noche, qes luego más noche, qes más, teonoche honda sólida neara. ae mantemo i mistiamo; yo me yi exdisolver~'o.
Pero algo vago inmenso se interpone'ntre mi i lo teonoche; como gas plurcolor. Se define más, i es un mandivo indefinido, cielidiámetro. Su testa tras mí, sus pies ante mí, en el contrahorizonte, i sus manos sobre mí, ganchipuntitóqinse, son oranje; su rópaje, cambicolor indeciso en parches.
Sobre su testa florece aora flor luz blanca. Su cuore punzó irradia luz rósea, su pudenda granate's sólodeluz.
Sento como qentro al mandivo, qe me yi arrobo.
Pero ya la llámada desta Terra desde yu me oprime'l pecho cuerpi; i vuelvo a mí mui perDenue.
Traducción
Es un Hades fluido, casi vapor, sin cielo, sin suelo, de color bermejo, como el color que se ve con los ojos cerrados debajo del sol, agitado por una tempestad interior, en vértices y ondas y hervor. En sus grumos y espumas distintas multitudes de hombres flotan pasivamente y destellan de distintas maneras, hay también seres solos, más grandes, en forma de peces, y emiten luz continua y suavemente.
A través de todo esto, apenas se pueden ver fantasmalmente las casas y la gente y el suelo de una sólida ciudad terrestre sin ninguna relación con este Hades que es ahora lo real.
Toda esta densa región bermeja se amontona alrededor de un gran hueco o valle sin fondo, de aire azul grisáceo, donde floto en vientos oscuros, con una polvareda de gente, y otros hombres solos en forma de aves y globos. Aquí se flota más para arriba. Y abajo sigue fantasmalmente la ciudad sólida y su población.
Paso luego a mejor vida de color plata grisácea. Allí van como quieran flotando vagamente muchos grupos, andan en procesiones o piensan reuinidos. Allí bogan nubes con kioscos grises –de nácar, metal y fieltro- con pensadores sentados alrededor de ellos.
Paulatinamente me hallo en un cielo celeste claro. Su sensación es de una tarde de verano con niebla.
Las plantas se mueven orgánicamente en un zigzag y canturrean. Su color cambia a voluntad de granate a róseo. Están sobre una loma flotante del mismo aire pero más denso que se esfumina para abajo. Allí al lado vuelan pájaros como huevos pintados, no con alas sino con muchas cintas.
En otra parte hay muchas columnas de colores, sin suelo, que sostienen un techo de nubes: es un templo flotante en que rezan muchos. Cuando el dios está con ellos, se exaltan y se hincha, y sus auras irradian vida, de tal manera que alzan el techo de nubes y separan las columnas alrededor de ellos, y todo fervorosamente se agranda y emite luz santa.
En otra parte hay un ancho obelisco o torre, se bambolea por su base flotante y floja. Su primer piso es de libros de piedras, encima hay libros de barro, encima libros de madera, encima libros de rollos y en la cima libros comunes. Es casi como una torre de naipes, enrizadas de cintas de papel y banderolas, con enjambres de letras volando alrededor como moscas, rodeada de seres al lado que son quizás gente humana que vaga estudiosamente. En el poco suelo flotante que hay, muchos sueñan allí sumergidos.
Voy flotando allá lejos. En el fondo, veo una ciudad en una niebla de muchos colores cambiantes. Sus palacios orgánicos y chozas biológicas son de armazón y pensamiento. Se transforman continuamente, se agrandan o se achican; ya son de postes y cimbras y cúpulas, ya de muros lisos de parches fosforescentes, ya pululan en cúmulos orgánicos, ya temblequean como andamios hechos en cúmulos orgánicos, ya temblequean como andamios hechos de un material como vidrio. Se mudan, suben, se hunden, se interpenetran, se separan, y repiten lo mismo.
Hay casas que arden y flamean para arriba, pero no se destruyen, se construyen más Su fuego es vida, y cuanto mayor es el incendio cuanto más se ensancha y crece el palacio. Hay casas que contagian y encienden a sus vecinas que hacen lo mismo repetidamente, y así se extienden los barrios. La gente allí también, flamea junto con ellas y se abulta a la vez: debe ser ella la causa flamígera, por el ardor de su pensamiento.
Hay casas que hierven fervorosamente hasta que revientan como una bomba o un géiser o humo; pero no se destruyen, se reconstruyen alrededor; sus trozos crecen fervorosamente en sucursales alejadas que al final se juntan por su crecimiento, en un montón distinto que se convierte más y más en una torre sobre el baldío circundante que es cada vez menos.
Hay casas que crecen a su manera para dondequiera, oblicuamente, horizontalmente, para abajo, para arriba, en grosor; y zumban, chirrían, crujen, hablan de distintas maneras.
Hay casas que se atrofian y se encogen hasta no verse más, cuando su gente nace por la muerte a mejor vida en mejor cielo.
Hay casas de ilusión sobre cerros de humo: se pierden en cambios.
Entonces abarco el suelo de esta ciudad, el cual es una nube superior que es varios titanes vagos acostados de manera flotante.
Grandes mangueras o tubos salen de ellos hacia el vacío: serían cloacas o chupadores, no sé.
| Y debajo de esa ciudad hay otra ciudad al revés, hosca, oscura y lenta que vive y crece para abajo, y su gente también. El nadir es hondo, hosco, oscuro, brumoso: quizás es el mundo humano, algún gran yermo.
Veo otra vez la otra ciudad hacia arriba. Columnatas como ciempiés viajan a trancos separados. Son discípulos tiesos, llevan cúpulas que son maestros, de ancho ropaje a manera de techo. Van a tumbos sobre la chusma celeste, feliz a su modo, revuelta como quiera en bruma y coágulos y bocetos de pensamientos: una gelatina mental. Van a lo lejos, hacia el vacío.
Veo que hay algunas pagodas muy macizas sólo de libros que se incorporan a sus tantos lectores –que no leen sino más bien se chupan de manera vital el conocimiento la sabiduría.
Vocerías de todas las lenguas y de muchas otras posibles se expanden y ondulan. Y sus enjambres de letras y marañas de grifos y fonéticas distintas y múltiples acentos y juntos, como muchos humos de deseo, se apartan o se juntan, se contrapuntean o se aquietan, en orden o no forman y reforman sentido y argumento siempre nuevo.
Estrellas, soles pequeños, lunas, lúnulas, luciérnagas, linternas, luces, lustres; dondequiera que se enreden en la vista de la ciudad, forman y deshacen constelaciones, se queman, se apagan, lucen de golpe, llueven, vuelan.
Hay un continuo flujo y reflujo de brisa y fluido y ráfagas y sonido y humos que se pueden oler; la luz cambia continuamente en relámpagos de colores, en claroscuro, en ánimo.
Yo ya cansado de mirar me aturdo y olvido, me falla la vista.
Todo palidece y se borra. Ya parece que entro a un cielo mayor que es otra noche, que luego es más noche, que es algo más, noche divina honda, sólida, negra, que temo por ser humano y que amo místicamente; y allí me disolvería en lo exterior.
Pero algo vago e inmenso se interpone entre yo y la noche divina; como un gas de muchos colores. Se define más hasta que es un ser humano divino, indefinido, tan grande como el diámetro del cielo. Su cabeza está detrás de mí, sus pies delante de mí, en el horizonte opuesto, y sus manos sobre mí, con las puntas de los dedos tocándose como ganchos, son anaranjadas; su ropaje revela un indeciso cambio de color en parches.
Sobre su cabeza florece ahora una flor de luz blanca. Su corazón punzó irradia luz rósea, su sexo granate es sólo de luz.
Me siento como si entrara al dios humano, como si allí me extasiara.
Pero ya la llamada de esta Tierra desde abajo me oprime el pecho del cuerpo físico, y vuelvo a mí, muy afligido por mucho tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario