domingo, 24 de marzo de 2013

Joseph Myth



He aquí los sabios dedos de un anciano, izando nuevas piezas de madera sobre el galeón imaginario que navega a la deriva por la mesa de trabajo; un anciano que ha visto pasar el tiempo con paciencia y lucidez, sorteando temporales y huracanes anudados a las palmas de su mano, donde las cálidas aguas de su niñez humedecen de salitre sus ojos adormilados, los cuales, siguen desbordándose silenciosamente por los acantilados de su vejez; más esta vejez no es impedimento alguno para crear maquetas hermosas de veleros y barcos…

Con delicada destreza las partes se van ensamblando; cañones, cuerdas y remos, en total armonía con aparejos y planos; elegancia estilizada de anclas y telas, desafiando al maestro que mima sus velas; dibujando cuadernas que sostienen la obra; pequeñas las delanteras de proa, iguales a las traseras de popa; más la quilla toma ejemplo de este baile maderero, recortando su silueta con sierra dentada su cuerpo; piezas que se lijan suavemente para darles forma adecuadamente; y entre ente y ente, un fantasma demente; en forma de bao, sostiene la cubierta la nao, y de esta manera curiosa, los mástiles de madera toman el cuerpo adecuado, para unirse a la quilla con esmero y cuidado…

Así nacen los bellos barcos de madera, desplegando sus maravillosas velas entre repisas y chimeneas; naufragando en botellas vacías sin vida, con la única brisa marina de un niño que observa y admira el delicado trabajo que su abuelo termina…

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