martes, 26 de marzo de 2013

Maria Teresa Di Iorio



Solo rumores
Una cena a solas, hace tiempo que Ramiro no se lo proponía. Para Elvira era más que una simple cena, no estaban pasando por un buen momento. Una nueva crisis llegaba a la pareja,  ella sentía que en esta cita  iba a encontrar soluciones.
El restaurant era algo caro para lo que ellos estaban acostumbrados, pero según pensaba Elvira, el fin justificaba los medios. Y si ese gasto serbia para alejar la crisis ¡bien gastado estaba!
La cena fue tranquila, una conversación casi sin importancia, ella no quería apresurar las cosas, que todo se diera a su tiempo sin presiones.
Mientras esperaban el café, ella fue al tocador. Debió esperar para ingresar  al baño,  Se miro en el espejo, se vio tímidamente sensual. Se gusto, y hasta lleno su ego diciéndose lo bien que le sentaban los 50 años. Elvira no podía dejar de pensar en que seguro al terminar la cena, él le pidiera que lo acompañe en su viaje, que a pesar de ser por razones de trabajo podrían tener algún momento para estar juntos, sería como una segunda luna de miel. Ni bien se desocupo un baño entro, no quería hacer esperar a Ramiro.
Escucho voces, dos mujeres acaban de entrar, las risas le parecieron familiares, a punto de abrir la puerta el morbo por escuchar que decían se lo impidió, se apoyo sobre la puerta para oír mejor. ¡Ojala no lo hubiera hecho! Ambas se reían con total desparpajo
- ¿Lo viste? _
-Sí, ¿Con quién habrá venido? Pregunto la segunda
-Seguramente con la amante -Dijo la primera
Y agrego: Esto que te cuento, no se lo digas a nadie- Dando rienda suelta a su nociva lengua-
-Al parecer este viaje es solo una escusa para irse con la otra, y es mas está decidido a pedirle la separación_
-No, ¿en serio? Pregunto la segunda. Y con voz de lastima dijo: Pobre, no se merece algo así.
Después de tantos años, pobre Elvira, es una buena mujer-
-Es buena, pero muy simple para él.-Siguió la primera, además esta es más joven-
Al mismo tiempo que la realidad la golpeaba, reconoció las voces. Sus dos amigas o esas que se decían sus amigas se estaban deleitando con su dolor.
 De golpe todo lo que había cenado se le volvió acido en la boca.
-Están locas –pensó-No saben lo que dicen-
Él no sería capaz de algo así.
Ella siempre estaba a su lado. En la buenas y en las malas
¡Sí! Estaban en crisis pero no era la primera ni seria la ultima.
Abrió la puerta de golpe, las dos mujeres se quedaron heladas al verla en el espejo, sus rostros sonrientes se transformaron, casi pálidas rogando que no fuese real la imagen, un silencio envolvió el lugar, Elvira sentía que las lagrimas se agolpaban en sus ojos para salir
La primera procurando arreglar lo irreparable dijo:
-Son rumores, no hagas caso-
La otra, tomando del brazo a su compañera de chismes, la guio hacia la salida.
Momentos después salió Elvira, tratando de no llamar la atención  se acerco al mozo, le pidió un papel y una lapicera, escribió una nota.
-Por favor, entregue esto a ese señor-, Señalando la mesa donde se encontraba su esposo.
El mozo entrego la nota  que decía:
 “Esto que te cuento no se lo cuentes a nadie.
Dicen que Tienes otra mujer.
Y yo que creí que me amabas”.
Ramiro arrugo el papel, pidió la cuenta mientras pensaba en el dolor que le había causado un rumor a  su esposa.
Sin dudar de aquel rumor, Elvira salió del local, solo deseaba llegar a su casa para sentirse protegida por esas paredes en las que una vez fue feliz.

                                                        Maria Teresa Di Iorio






No hay comentarios:

Publicar un comentario