lunes, 30 de septiembre de 2013

Nancy Mejía

LA REALIDAD DE UN SUEÑO

Muchos sueños había dibujado en el lienzo de de su vida. Una obra de ilusiones que muchas veces no le permitieron dormir y ante el acoso de sus anhelos, solamente podía pensar en algo nuevo que soñar.

Era un soñador incontrolable, tal parecía que más dormido que despierto, habitaba en este mundo frío de realidades, al que se negaba pertenecer...Por eso siempre acudía a la demencia de sus actos superiores, criticados e incomprendidos por los humanos de extremidades largas, cinco dedos y cerebro reducido.

Él no tenia brazos, tenía alas...y cada una de ellas brillaba en hermosa psicoldelia de colores inexistentes, absurdos y desconocidos en la imaginación de cualquier mortal.

Era un ser diferente, de esos que aunque carguen la cruz a cuestas y lleven anudadas sus manos con mil cadenas, siempre serán libres, por que vuelan en su propio mundo sin barreras, sin fronteras y sin limitaciones que aten al paradigma de los obstáculos.

Así pasó los años de infancia y sin egoísmo compartió con su gran amigo imaginario, las pocas propiedades avaluadas en un trompo de madera gastado, una hermosa pelota de papel y cuatro canicas.

Más adelante fue joven y amo a la chica promiscua que en la carrera por ser más que adolescente, entregó con prisa sus besos, más a él nunca lo besó.

Ya hecho hombre obtuvo las llaves de la realidad, pero nunca las usó para escapar de ese mundo de sueños al que llamó destino. Las puertas se abrieron, pero ante la libertad de elegir, el prefirió soñar que vivir.

Es por ello que aún después de su muerte, seguirá soñando y vivirá eternamente en ese mundo maravilloso que él llama FELICIDAD.

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