miércoles, 28 de agosto de 2013

Oscar Eduardo Flores


AMOR

Cuando se ama profundamente que bien se siente uno,
al brindarnos por entero abriendo y dejando al desnudo,
nuestra alma, que se ofrece así, como se encuentra,
en estado puro con plenas ganas de amar y sin pavura.

Uno se acerca a la pareja… lleno de miel y calidez,
igualando la forma de la primera vez… tomando las manos,
acariciando los rostros ambos, con la ternura de delicadeza,
tal cuando atrapamos una bella mariposa… posada en una rosa. 

Mutuamente nos solicitamos sin decirlo un dulce abrazo,
llevándonos a que nuestros ardores vivan el calor haciendo fuego,
y nuestra cama testigo de la entrega de almas,
vergonzosos clamados ahogados en besos humedecidos de amor.

Halagos libidinosos disimulados entre sábanas rosas,
cuyas huellas de tibieza de esa delicada emulsión de candor,
con gustillo melado... amalgamado a la jugosa fragancia de mujer, sinfonía de nuestros cuerpos entrelazados en este abrazo lleno de furor. 

Dos cuerpos casi inertes saturados de toda emoción,
con caricias vehementes en una entrega sin límites, apagada con esta llama ardiente de esta:
fantasía concebida a la perfección… llamada “AMOR”

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