lunes, 1 de julio de 2013

Gabriel Avilés


La madrugada y su orín
Se convierten en sombría turquesa
Yace el alba y perpetua nocturnales.

La gente no me causa misericordia, 
Ni siquiera los menesterosos,
Nadie requiere fonemas sólo farsas
Que elucubran amoralidad
Mientras demencias vician el aire. 

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