Una Tarde De Primavera
A quien corresponda: Quiero contarle al mundo que conocí el amor desde muy pequeño, un amor que empezó con tres globos que le regale a María en el jardín de San Pablo, un amor de primavera, con la inocencia de dos almas de niños, con la fuerza de un primer amor, y único amor. Después nos hicimos jóvenes y nos seguimos amando, como se ama cuando tienes veinte años, con todas la ganas de amar y ser amado, con la
fuerza y juventud de un marinero. Así empezaba la carta que encontré entre las cosas del abuelo cuando murió que ahora les narro yo- seguían siendo felices, su relación era divina, única, que decidieron casarse, unir sus vidas para siempre, con la bendición del todo poderoso, y así fue. Cuando llegaron a la edad madura, de adultos seguían siendo felices, se amaban como siempre, bailaban bajo las estrellas, y caminaban descalzos durante el verano, se amaban demasiado, la llama del amor que a su hogar alumbraba no se extinguía, seguía
viva. Cuando llegaron a la tercera edad su amor seguía siendo como aquel día de primavera de los tres globos en el jardín de San Pablo, se querían tanto que seguían haciendo todo juntos, seguían bailando bajo las estrellas y la luna, sólo que más temprano, les gustaba cuidar sus jardineras e ir al cine, sus vidas eran toda una historia de amor, un ejemplo para lo escépticos que no creen en el amor. Al paso de los años ella murió, dejando solo en este planeta al pobre amante anciano y acabado, pero eso no mermaba su amor por su bella doncella el cual acudía al cementerio a leerle todos los poemas que el le escribió en vida, y en su bolsillo siempre llevaba con el los restos de los tres globos de aquel día de primavera en el jardín de San Pablo, hasta que una tarde de verano el anciano enamorado ya no llego por sus pies al cementerio a visitar a su doncella, si no en un serio y triste ataúd negro, opaco, como esa tarde. Cuentan los enterradores del cementerio que por las noches ven a una pareja de jóvenes bailar bajo las
estrellas, y la luna llena, y en el verano escuchan a un amante recitar poesía a su bella novia.
A quien corresponda: Quiero contarle al mundo que conocí el amor desde muy pequeño, un amor que empezó con tres globos que le regale a María en el jardín de San Pablo, un amor de primavera, con la inocencia de dos almas de niños, con la fuerza de un primer amor, y único amor. Después nos hicimos jóvenes y nos seguimos amando, como se ama cuando tienes veinte años, con todas la ganas de amar y ser amado, con la
fuerza y juventud de un marinero. Así empezaba la carta que encontré entre las cosas del abuelo cuando murió que ahora les narro yo- seguían siendo felices, su relación era divina, única, que decidieron casarse, unir sus vidas para siempre, con la bendición del todo poderoso, y así fue. Cuando llegaron a la edad madura, de adultos seguían siendo felices, se amaban como siempre, bailaban bajo las estrellas, y caminaban descalzos durante el verano, se amaban demasiado, la llama del amor que a su hogar alumbraba no se extinguía, seguía
viva. Cuando llegaron a la tercera edad su amor seguía siendo como aquel día de primavera de los tres globos en el jardín de San Pablo, se querían tanto que seguían haciendo todo juntos, seguían bailando bajo las estrellas y la luna, sólo que más temprano, les gustaba cuidar sus jardineras e ir al cine, sus vidas eran toda una historia de amor, un ejemplo para lo escépticos que no creen en el amor. Al paso de los años ella murió, dejando solo en este planeta al pobre amante anciano y acabado, pero eso no mermaba su amor por su bella doncella el cual acudía al cementerio a leerle todos los poemas que el le escribió en vida, y en su bolsillo siempre llevaba con el los restos de los tres globos de aquel día de primavera en el jardín de San Pablo, hasta que una tarde de verano el anciano enamorado ya no llego por sus pies al cementerio a visitar a su doncella, si no en un serio y triste ataúd negro, opaco, como esa tarde. Cuentan los enterradores del cementerio que por las noches ven a una pareja de jóvenes bailar bajo las
estrellas, y la luna llena, y en el verano escuchan a un amante recitar poesía a su bella novia.
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